viernes, 19 de diciembre de 2014

Capítulo 29 de Dragonstones 1








DRAGONES





El grupo avanzaba a lomos de los dragones verdes, dirección a Longoria. Surcaban el cielo, cuando la noche casi llegaba a su fin.



Éric, se dijo que jamás olvidaría una experiencia tan emocionante. Había estado volando en aquel dragón durante toda la noche y parte del día anterior. Era una sensación que no había experimentado nunca. Sentía el aire sobre su cara, y como su pelo libremente se removía. Podía sentir el calor que procedía de aquella bestia; de modo que aunque era de noche y volaba, no sentía frío alguno.

Podía distinguir, aunque con dificultad, las montañas, los ríos, los bosques… y cualquier otra cosa que dejasen, tras su paso. Además, se sentía muy a gusto porque lo acompañaba todo el grupo y un gran número de dragones verdes.

Incluso se había atrevido a intercambiar algunas frases con el que montaba. Le resultaba raro que una criatura tan enorme y diferente pudiese hablar, y con tanta sabiduría.

Se prometió que aquella vez no sería la última en la que volara a lomos de uno de ellos. Pero, para ello debían ganar aquella batalla. Y no sería nada fácil.









Con el amanecer del nuevo día, llegaron junto con los tres soles.

Los primeros en verlos fueron los longorianos.

-¡Mirad padre… dragones! ¡Dragones verdes!

-¡Sí hijo! Y con ellos viene alguien -indicó el Rey Mónckhar, con una luz de esperanza en su rostro.



Silvan pudo ver, a lo lejos, su ciudad natal. Por fin volvía a ella, pensó. Poco después, descubrió la enorme muralla algo destruida; y vio lo que quedaba de lo que había sido una gran batalla en las puertas del sur. Aún, un reducido número de hombres, combatían.



-Ázumack, dirígete hacia la ciudad. La sobrevolaremos para ver que está ocurriendo. Y luego, decidiremos que hacer.

-Como desees -manifestó, mientras elevaba su vuelo.

-Ah, una cosa más. Que los demás dragones nos sigan.





El grupo de bestias llegó por el este. Desde lo alto de su dragona, Kevin vio la ciudad desde otra perspectiva. Bajo él, se encontraban: las casas, los edificios, y el palacio con sus elevadas torres. 
Como Silvan y Ázumack ordenaron que los siguiesen, eso hicieron, dirigiéndose a las puertas del sur.

Cuando las alcanzaron, el general longoriano pudo ver que el Rey Mónckhar y el príncipe Ántrax, aún seguían con vida.

-Éaguer, quiero que te quedes aquí junto a Tristan, Gúnnar, Kevin, Éric, Susan, Justin y Alan, para ayudar al rey y al príncipe. Los demás seguidme a las puertas del norte.



Silvan se dirigió hacia ellas con Ázumack. El resto, excepto los ángeles, lo siguieron en sus dragones, acompañados de las restantes bestias sin jinete.





Éaguer dijo a sus acompañantes:

-¡No podemos atacarlos con fuego, pues mataríamos también a los longorianos que luchan contra ellos! ¡Tendremos que lanzarnos en picado para que los dragones derriben algunos proscritos! ¡Entendido!





Primero se elevaron un poco más en el cielo, y luego, se arrojaron hacia el lugar del combate.

Abajo, tanto unos como otros vieron a aquellas bestias lanzarse hacia ellos. Y enseguida, comenzó a cundir el pánico en ambos bandos.

Entonces, Ántrax distinguió a Kevin entre los jinetes de dragones… y supo que estaban a salvo.

-¡Padre, están dirigidos por el grupo que enviamos a por la dragonstone verde! ¡No tenemos porque preocuparnos!

-¡Ordena a nuestros soldados que no huyan!





El grupo de dragones cayó sobre las tropas enemigas. Después, se elevaron de nuevo con los proscritos entre las garras; lanzando algunos por los aires, y otros, tragándoselos enteros, de una dentellada.





El pánico invadió en la mayoría de ellos, pero su líder, Márenon, junto con un centenar de proscritos, aún no se rendían.

-¡Quizás estemos perdidos! ¡Pero si hemos de morir, el rey caerá con nosotros!

No tardó en buscarlo y en dar con él, porque ya quedaban muy pocos en el campo de batalla. El rey se imaginó sus propósitos. Así, que se dirigió hacia él.

Márenon preparó su ballesta y le lanzó una saeta; pero Mónckhar la evitó protegiéndose con su escudo.

Siguió insistiendo, lanzándole más, y el rey las intentó evitar como pudo, al tiempo que avanzaba, en busca de él. Mientras preparaba la última, le arrojó su hacha del maestro. Ésta no le dio tiempo a evitarla con el escudo. Con que no tuvo más remedio que pararla con su espada.

Cuando volvió su vista hacia su objetivo, por fin se encontraba delante de él, pero un terrible golpe lanzado por el proscrito se le vino encima...

...sólo pudo evitarlo en parte, y su hombro quedó malherido.





Justin había visto desde su dragón que sobrevolaba la zona, toda la escena. Ahora el rey se encontraba en desventaja frente al líder de los proscritos. Recordó entonces, cuando le perdonó la vida, tras robarle La Piedra Multicolor a Kevin; y le permitió que acompañara al grupo, con el que tan buenos momentos había pasado.

-¡Dirígete hacia allí, debemos ayudar al rey! -le comentó a su dragón.



La bestia se dirigió hacia donde se encontraban Mónckhar y Márenon.

-¡No utilices tu fuego o podrías alcanzarlo también! ¡Quiero que lo recojas, antes que ese maldito acabe con él!





Márenon seguía atacando a Mónckhar. Éste se defendía sin su escudo. Lo había arrojado al suelo porque tenía que utilizar ese brazo para sujetar su espada; pues, le había herido el hombro del brazo con el que normalmente blandía su espada. Como no tenía la misma destreza con el que ahora utilizaba, su enemigo consiguió que cayese al suelo.

Justo cuando éste iba a asestarle el golpe definitivo, varias sacudidas de viento le azotaron el rostro. Levantó la vista hacia el cielo, y eran las fuertes batidas de las enormes alas de un dragón verde. Cuando la bestia bajó casi hasta el suelo, el quiso blandir su espada sobre ella para defenderse, pero ésta le mantuvo la vista desafiándolo. Entonces, no lo consiguió. Sus músculos se quedaron agarrotados por la impresión, y sólo pudo mearse encima. En su interior, se maldijo por ello. Visto lo visto, el dragón acercó sus garras y cogió al Rey Mónckhar y se lo llevó.

El general proscrito, vio como la bestia se elevaba de nuevo, dándole la espalda, marchándose volando.

-¡¡¡Esto no quedará así!!! -dijo lleno de rabia, entre lrágimas.



Así que recogió su hacha del suelo, y se la lanzó a Justin con todas sus fuerzas…



...logró alcanzarlo entre el cuello y la cota de malla...



El terrible golpe le hizo caer del dragón, muy mal herido.

Márenon no perdió ni un segundo. El muy cobarde, fue hacia él para rematarlo.

El joven cortabolsas, al verlo venir, sólo tuvo fuerzas para hacer sonar su cuerno...







Tristan fue el primero que acudió en su ayuda.



-¡Acaba con ese maldito proscrito! -le indicó a su dragón.



Éste lanzó una gran llamarada de fuego alcanzándolo, incluso antes que llegase hasta Justin.

-¡¡¡¡¡AAAAAAARRRRRGGGGHHHH! -el general proscrito gritó y corrió como un condenado. En un instante de lucidez, se lanzó al suelo y logró apaciguar las llamas; y aunque estaba abrazado, consiguió levantarse -Tengo que rematarlo... Tengo que rematarlo... -deliraba.



El dragón del bárbaro aterrizó y Tristan bajó de él.



-¡Maldito! ¡Aún no has sucumbido! ¡Ni la muerte te quiere entre los suyos, cobarde! -dijo al ver al líder proscrito con la cara abrazada avanzar hacia Justin tambaleándose con una espada en las manos. Así, que agarró su gran espadón de Barbaria y le sesgó la cabeza por el cuello. Ésta cayó rodando a unos metros. El resto de su cuerpo cayó de rodillas, y se mantuvo así -¡Aún no caes! ¡¡Ahora lo harás!! -el bárbaro le dio un fuerte empujón con el talón de su enorme pie, y el cuerpo del general de los proscritos cayó... ¡Vaya si cayó! Tristan enseguida pensó de nuevo en su amigo, y corrió deprisa en su ayuda. Lo encontró tirado en el suelo. Lo había presenciado todo.



-¿Como estás? -le preguntó.

-Mejor que nunca. He conseguido salvar a mi rey.

-Sí, pero para ello has puesto en peligro tu vida.

-No importa… Desde que iniciamos el viaje en busca de la piedra verde hasta ahora… he vivido más... que en una vida... en... teee... ra... -le explicó Justin, mientras murió en sus brazos. Incrédulo, se dio cuenta entonces, que sus manazas estaban llenas de sangre, de la herida que el muchacho tenía en la parte del cuello, entre la nuca y la cota de malla.

-Has muerto honorablemente, chico -masculló. A continuación, cogió su cuerpo sin vida, y lo subió a su dragón. Inmediatamente, se dirigió a lo alto de la muralla. Cuando la alcanzó, se encontró allí al Rey Mónckhar, herido en un hombro. Entonces le dijo:

-Este muchacho murió para salvaros la vida.

-Merece ser enterrado como el mejor de los caballeros; con todos los honores -manifestó el rey.







El grupo que avanzaba tras Ázumack, el dragón de Silvan, consiguió llegar a las puertas del norte.

Lo que vieron no les gustó demasiado. Tanto el ejército silvano como el de los altos elfos estaban muy diezmados. En cambio, el ejército de los elfos oscuros era enorme.



Los pocos pegasos que volaban en el cielo, se apartaron al ver a los dragones. Por lo que, sus jinetes no tuvieron mas remedio que bajar a tierra firme, con los demás.



-¡Haremos una pasada por allí… donde sólo hay enemigos! ¡Vamos! ¡Abrazaremos unas cuantas escorias oscuras!



El grupo siguió a Silvan.



Pasaron por encima de la batalla, y se dirigieron a las filas traseras del ejército enemigo. Los elfos oscuros les lanzaron innumerables flechas, con sus ballestas de repetición; pero, aunque éstas no lograron atravesar la dura piel de los dragones, sí se clavaron en ella.

Ahora, sería el turno de ellos. Éstos lanzaron unas bocanadas de fuego, que cubrieron a las tropas enemigas con un manto de llamas. Muchos elfos oscuros murieron. Y sus cenizas fueron el único testimonio que dejaron en aquella tierra.



Láslandriel e Ilene se dirigieron volando hacia el lugar de la batalla. Sus enemigos cuando los vieron, los intentaron matar con flechas. Pero, el ángel creó una esfera mágica que los envolvió, protegiéndolos. Luego, antes de alcanzar tierra, ella lanzó su lanza de mano de Cesglan contra uno de los elfos que antes les había lanzado flechas… y lo mató. Una vez en tierra, utilizaron sus armas. Laslan, su gran espadón de Cesglan, e Ilene, su espada de Cesglan de dos extremos; para acabar con todos los elfos oscuros que le presentaran batalla.



Eléndil y Lana, desde sus dragones, comenzaron a lanzar conjuros de magia de batalla y de ilusionismo, respectivamente, para acabar y engañar a los elfos oscuros.



Silvan y Gúnnar bajaron de sus dragones, para ayudar a las tropas de Vanya.

Mialee, a lomos de su dragón, buscó con la mirada a su padre. Cuando vio que aún seguía con vida, unas lágrimas de emoción recorrieron su rostro.



-¡Isilion, he visto a mi padre! ¡Voy a bajar a luchar junto a él!

-¡De acuerdo! ¡Yo he visto a Máblung! ¡Bajaré yo también, para hacerlo a su lado!



La princesa elfa silvana, tras aplastar con su dragón a algunos elfos oscuros que luchaban contra Almare, bajó de éste y alcanzó a su padre, y ambos se fundieron en un emotivo abrazo.

-¡He vuelto como te prometí! -dijo entre lagrimas- ¡Y además, he cumplido mi misión! Encontramos la dragonstone, y ahora los dragones verdes están de nuestra parte. Isilion, también ha sido un gran apoyo. Y ha estado ahí, siempre que lo he necesitado.

-¡Nunca perdí la esperanza de que todo saliese bien, hija! -dijo también sollozando- Creo que ese elfo merece más respeto por mi parte, que el que se merece un simple arquero. Cuando todo esto acabe, hablaremos de ello.

-¡Gracias padre! -Mialee lo miró durante un instante a los ojos y volvió a abrazarlo de nuevo, demostrándole todo su cariño y agradecimiento. Padre e hija terminaron la conversación en idioma élfico. Ningún elfo oscuro los molestó mientras hablaban, porque el dragón aún se hallaba junto a ellos, esperando una orden.



-¡Puedes marcharte junto con los demás dragones sin jinete, que luchan desde el aire! ¡Nosotros nos quedaremos aquí a combatir! -le dijo el Rey Almare

-De acuerdo. Estaba deseando hacerlo -respondió la bestia.



El dragón desplegó sus alas y se alzó en el aire, majestuoso. El rey y la princesa lucharon juntos, espalda contra espalda.

Isilion también había dejado a su dragón para luchar junto a su general Máblung. Los elfos silvanos más importantes unían sus fuerzas contra el enemigo.



-¡¿Creo, que no lo has pasado en grande buscando la dragonstone?! -medio preguntó el general silvano..

-¡Bueno, está bien salir de vez en cuando de Silvanya para desentumecer los músculos! -le respondió Isilion.

-¡Cuidado con ese elfo oscuro! -le advirtió Máblung.

-¡No te preocupes por mi! ¡Creo que insisten más en acabar contigo! -gritó el arquero.







Darkice, el temerario general de los elfos oscuros se hallaba cerca de ellos dos. Habían sido innumerables los elfos que habían caído muertos a sus pies, pero era incansable. Cerca de él, también se encontraban: Silvan, Vanya y Gúnnar.

Éstos lo vieron, y querían ir a matarlo. Pero no podían, porque entre ellos y el elfo oscuro se interponían un gran número de corsarios y elfas guerreras.



Darkice vio a Máblung y se dirigió hacia él.





Eléndil y Lana habían encontrado una rival poderosa en el bando enemigo. Entre las tropas del ejército oscuro había una hechicera elfa oscura que lanzaba letales conjuros. Pero, la unión del mago y su aprendiza sirvió para acabar con ella.



Gúnnar, aunque enano, era experto en el combate y se defendía muy bien de los elfos oscuros. Mientras luchaba, se dio cuenta que Darkice se dirigía hacia los dos elfos silvanos.

-¡Silvan mira! ¡Esa escoria de elfo se dirige hacia nuestro amigo Isilion!

-¡Ayudémoslo! -el general longoriano se dirigió hacia él matando a tantos corsarios y elfas guerreras,como se interponían en su camino.







Cuando el elfo oscuro tuvo a Máblung lo suficientemente cerca, le lanzó una flecha con su arco largo compuesto. El general silvano que no lo había visto venir, tampoco vio la flecha a tiempo; y ésta se le clavó cerca de la clavícula. Isilion, al verlo caer herido, tensó su arco para lanzarle otra a Darkice… pero éste se le adelantó, y le lanzó shurikens explosivos. Cuando éstos lo alcanzaron, explotaron, provocandole heridas y quemaduras de gravedad en uno de sus brazos. Además, le hicieron perder parte de su visión, y caer desmayado.





Al general oscuro no le dio tiempo a regocijarse, porque, por su espalda apareció Silvan. Pero antes que le asestara un golpe con su espada longoriana… intuyó su presencia, y se volvió y se lo paró con la suya.

Los siguientes golpes, tanto de uno como de otro fueron con la intensión de matar al contrario.

-¡Acabaré con tu vida y la de los tuyos! -le dijo antes de lanzarle un golpe al estómago. El general longoriano lo paró con su espada, y le devolvió el ataque.

-¡No te será tan fácil!

-El elfo oscuro lo evitó con la agilidad de un felino.

-¡Cuando todos muráis le entregaré tu reino a mi señor, y con él la dragontone verde y la Piedra Multicolor! -esta vez, su ataque iba dirigido a su corazón. Silvan tuvo que ayudarse de su espada y daga, para cruzadas, parar el ataque.

-¡Te olvidas de los dragones! -le dijo mientras forcejeaba con él.

-¡Cuando matemos al chico de las piedras, nos servirán a nosotros! -ambos se empujaron y lograron despegarse. El líder longoriano le lanzó un golpe de su espada a las piernas, pero el elfo oscuro lo esquivó de un salto. Seguidamente hizo un molinete, y tras el ágil giro le lanzó un golpe con su espada bastarda para cortarle la cabeza. Silvan pudo esquivarlo gracias a que dobló su cuerpo hacia atrás. Pero algo sucedió entonces... en el fragor de la batalla, uno de los demás combatientes que luchaban a su alrededor, cayó malherido sobre Darkice, y éste sobre el líder humano, cayendo los tres al suelo, uno encima de otro. Ambos perdieron sus espadas. Silvan se encontraba debajo de ambos, y debido a su peso, no se podía mover. El malherido terminó de morir sobre el elfo oscuro, y éste, de un empujón logró quitárselo de encima. El general longoriano aprovechó ese momento, en que estaba desprevenido para agarrarlo por el cuello e intentar estrangularlo -¡A..a..a..a..! -articulaba el líder elfo oscuro mientras intentaba con sus manos quitarse los brazos que lo oprimían. Miró al suelo, y se le ocurrió algo, agarró un puñado de tierra y se lo lanzó a los ojos a aquel hombre. Éste lleno de escozor, lo soltó y se llevó las manos a su rostro. Entonces, al encontrarse sobre él, y tener ventaja, Darkice apretó fuerte los dientes para coger fuerzas, y le devolvió la jugada. Ahora era él el que estrangulaba a su enemigo -¡A... a... a...a... a... ! -articulaba esta vez Silvan. Pero, en ese momento, se acordó de su daga. Miró y vio su pomo sobre el suelo, aplastada sobre el peso de su propio cuerpo. A duras penas, consiguió sacarla, levantar un poco la protección de su enemigo, y clavársela en el vientre, hasta el fondo. La sangre comenzó a manchar las ropas del elfo oscuro, que murió al instante-. Ahh... ah -sólo consiguió decir.



Enseguida, se quitó el cuerpo sin vida de Darkice de encima, y acudió junto a Máblung e Isilion. Ambos se encontraban en muy mal estado. A continuación, llegaron Vanya y Gúnnar; y poco después, Mialee y Almare.

La princesa silvana se mostró muy abatida al ver el estado de su amado. Y desde aquel momento, ya no se separaría de él hasta que se curase.



El Rey Almare se sorprendió al ver lo importante que era el arquero para su hija.





Los dragones de los demás del grupo se posaron entonces alrededor de ellos; ya, que sólo quedaban apenas una veintena de elfos oscuros que no habían matado, y que aún luchaban contra los elfos del bando contrario.





Poco después, la batalla terminó tanto en las puertas del sur como en las del norte. El mal había sido derrotado. Pero, a un gran precio…

Había muerto Justin. Y habían herido al Rey Mónkhar, a Máblung y a Isilion; y además, los ejércitos habían quedado muy diezmados.

En las puertas del sur sólo habían sobrevivido unos mil soldados longorianos; y en las puertas del norte unos quinientos elfos silvanos, y unos dos mil quinientos altos elfos; y entre todos ellos, había muchos heridos. Pero por lo menos, habían acabado con el ejército de proscritos y el numeroso y terrible ejército de elfos oscuros. Casi nada…







En los días siguientes al término de la batalla, se incineraron los cadáveres de los enemigos, que habían sido amontonados en grandes piras… y enterraron con honores a todos los longorianos, elfos silvanos, y altos elfos que murieron combatiendo.



Justin fue enterrado con honores de héroe, junto a los altos cargos del ejército longoriano que habían muerto.

A su entierro, acudieron todos los que no habían sufrido heridas; excepto el Rey Mónckhar, que no quiso perdérselo por nada.

Su despedida fue muy emotiva. Tanto el Rey de Longoria como Alan, que se había hecho su mejor amigo; le dedicaron unas palabras.



En cuanto a los heridos, fueron atendidos de inmediato; pero algunos como Isilion, necesitarían bastantes días para recuperarse del todo.






Por otro lado, en el noroeste de Shakával, Ízmer desde su fortaleza, había seguido a través de su Esfera de la Visión Verdadera todo el transcurso de la guerra de Longoria.

Había visto como sus ejércitos habían sido derrotados pero, no estaba preocupado. Aquella guerra sólo había sido para él la primera de las que le seguirían. Contaba con muchos otros ejércitos a su servicio para poder hacerse con el dominio de Shakával.



Su sobrino Ellorion que estaba junto a él en esos momentos, admiraba la tranquilidad de su tío. Se prometió a sí mismo, aprender todo lo que pudiese de él, mientras fuese su aprendiz.



6 comentarios:

  1. Ay... pobre Justin T_T He llorado, jo... pobrecito :(
    Y no sé qué más comentar, porqu ahora mismo estoy un poco plof. ¡jo!
    Por lo menos, ya se ha acabado la batalla :)
    Un saludo.

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    1. Siento que un personaje como Justin se haya ido. Si has llorado su muerte, es que he conseguido que le tomes cariño. Eso quiere decir que no lo estoy haciendo del todo mal.
      Siento haberte hecho sentir mal Irene, pero una historia entre otros sentimientos, también tiene que hacer que el lector llore.
      Por fin ha acabado la batalla. De modo que habrá un breve periodo de calma transitoria y luego nuevas aventuras. Espero que te gusten, los siguientes capítulos.
      Saludos.

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  2. Wow! ¡Qué capítulo! La batalla terminó y el bando de los protagonistas venció, aunque no será la última vez que sepan sobre sus enemigos. Je, je, je, je, je, je, je.

    ¡Murió Justin! ¡Qué bien! ¡Nunca me gustó ese bandido! (qué malo soy je, je, je, je) Aunque tuvo una muerte heroíca. Sabía que alguien iba a morir, pero nunca pensé que Justin.

    Ahora hay que ver cómo sigue esto. ¡Saludos!

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    1. Me encanta que te gustase el desenlace de la batalla.
      Claro que no, aún queda mucho para derrotar a los enemigos, muchos capítulos de este, y dos libros más. Así que imaginate.
      Qué malo eres. Respeta a Justin aunque sólo sea en su velatorio. XD.
      Murió éste por que los demás personajes aún tienen mucho que aportar a la historia.
      Espero que te siga gustando como hasta ahora.
      Saludos.

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  3. ¡¡¿Cómoooo?!! ¡Has matado a Justin! Menuda sorpresa, no me lo esperaba... Pero me ha quedado una duda... Ya sabes que para los nombres soy muy mala (sorry) ¿el que le mata es el que en teoría se vuelve bueno? Si es así, ¡qué malo malísimo! ¡Les ha engañado! (Si no es así, olvida lo último, jeje :P)

    Un gran capítulo, que encierra un gran desenlace. Me ha gustado muchísimo (menos porque matas a uno de tus protagonistas... ¬¬ ) Es brooooma, eso también :) Todos tenemos que matar a algún personaje de vez en cuando, jeje

    Bueno, José, por hoy me retiro. Pero volveré pronto. Pienso ponerme al día cuanto antes ^^

    ¡Buenas noches, HM! XD (besoooos)

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    1. No, el que se volvió bueno es Éaguer, el antiguo Señor de la Guerra de los caballeros del Caos. El que mató a Justin era Márenon, el general del ejército de proscritos.
      Gracias.
      Vuelve cuando quieras, tienes una butaca reservada en las tres salas que tiene por el momento, mi cine Rincón de Fantasía. Por lo que veo, últimamente visitas ésta, la sala que proyecta Dragonstones. Jeje.

      ¡Buenas noches, Cenicienta! (Si yo soy el HM tu eres la CT, ¿no?) XD . Besitos.

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