viernes, 27 de junio de 2014

Capítulo 6 de Dragonstones 1





NOCHE DE TORMENTA

     
   Llevaban ya unas horas de viaje desde que dejaron Longoria… y Éric no había dejado de observar a todas aquellas personas, tan diferentes, que los acompañaban. Se fijaba sobretodo, en los ángeles. Antes, pensaba que no existían, y nunca se había imaginado ver alguno. Aunque no creía en ellos; los imaginaba diferentes, sin armadura y semidesnudos.

Poco después, éstos que viajaban volando a cierta altura, bajaron para poder hablar con Silvan.
 -Se acerca una tormenta. A lo lejos, hemos visto las montañas medianas. Quizás podamos alcanzarlas antes que comience, y refugiarnos en ellas, si aligeramos el paso -le comentó Láslandriel a Silvan.
 -¡Está bien, todos a galope hacia las montañas! 

Comenzaron a cabalgar, y el enano, que iba en el poni, se descolgaba de ellos, al igual que el pequeño unicornio.

Por fin, alcanzaron las montañas.

Allí siguieron un camino que había entre éstas y el bosque de half. Se llamaba así porque iba a parar a la aldea del mismo nombre. Un lugar dónde no vivían hombres, sino uno de los tres tipos de medianos que existían en Shakával, los halflings. Una raza que trataba siempre de vivir en paz.

Poco después, comenzó a llover. Lo hacía con bastante intensidad. Así, que tuvieron que buscar un sitio donde refugiarse.
Algo más adelante, Silvan, el líder del grupo, encontró una cueva que era bastante grande, y servía para que todos se refugiasen de la tormenta.
Tristan recogió algunas ramas húmedas para prender fuego, pero éstas tardaron en hacerlo. Al final, se formó una buena hoguera.

Todos estaban empapados y hambrientos…

Los muchachos, que estaban menos acostumbrados a mojarse, les castañeaban los dientes… del frío que tenían. Susan estaba pálida y mostraba los mismos síntomas que Éric y Kevin, pero en cambio, ella tenía fiebre. Tristan la cogió en brazos y la recostó sobre una manta; luego, Eléndil le preguntó por el frasco que llevaba. Al mago le resultaba conocido, pues había visto alguno igual, anteriormente.
Susan le contó como lo consiguió, y éste prefirió utilizarlo en otra ocasión, más necesaria; sabedor que llegaría, tarde o temprano.
Luego, sacó de uno de sus saquillos unas hierbas que posteriormente machacó con unas piedras. A continuación, con un pequeño frasco cogió algo de agua de lluvia. Inmediatamente, echó un poco de la sustancia que resultó, en el frasco… lo removió todo, y se lo dio a Susan.
Ésta se lo tomó, y comprobó que estaba amargo, pero confiaba en que se pondría mejor.
Poco a poco, la chica fue cerrando los ojos, hasta relajarse y finalmente, quedarse dormida. Mientras, los demás aprovecharon para sacar algo de la comida que tenían guardada para el viaje a Loft, y comer algo frente al fuego.

Isilion decidió ser el primero en montar guardia.

Silvan, el líder del grupo, era el general del ejército longoriano. Un hombre serio y valiente, e igualmente, listo y guapo.
Con treinta y tres años de edad y un metro con ochenta y cinco de altura, lucía una agraciada figura. Además, tenía la piel morena y el cabello… liso, largo y negro; y lucía unos ojos azul claro, que iluminaban todo su rostro.
Sus ropas eran… una cota de malla, que le cubría todo el brazo, la típica ropa del ejército longoriano; que consistía en una túnica marrón oscura, en el caso del general, y azul en el caso de los soldados, sin mangas y cuello de pico, sujetada con un cinturón y que llegaba por debajo de la rodilla, con una raja a cada lado, para mejor movilidad de las piernas. En medio del pecho, tenía el símbolo de Longoria… que consistía en un fénix. Llevaba también, una capa con capucha de color azul marino. Sus pantalones eran de color lila oscuro, llegando a ser casi negros; por último, llevaba unas botas y unos guantes marrones oscuros.
En cuanto a armas, sólo llevaba una espada y una daga.

Kevin miró a su alrededor, y casi todos estaban dormidos. Sólo él, Isilion que vigilaba, y Silvan que estaba pensando en el viaje a Loft, estaban despiertos.
Eric estaba junto a su hermana, durmiendo. Eléndil y Lana yacían por otro lado. Ilene y Láslandriel, que eran pareja, dormían juntos… ella entre los brazos de él. Justin estaba durmiendo justo al lado. Y los demás… Tristan, Gúnnar y Mialee; dormían solos, entre los otros.



   A la mañana siguiente, amaneció un día espléndido. Por eso, cuando todos despertaron, quisieron salir fuera de la gruta, para ver la zona. Susan ya se encontraba bien, así que desayunó algo de sopa caliente, que preparó Lana.


La aprendiz de maga, poco después, se adentró en el bosque de half para buscar unas hierbas que su maestro Eléndil necesitaba. Llevaba tiempo junto a él, porque ella quería aprender ilusionismo, una rama de la magia, entre muchas otras, que él sabía y dominaba casi a la perfección, pues era un mago de mucho prestigio.
Nativa de Longoria, se unió a su maestro porque éste era el mejor mago de todo el reino; ahora, tenía veinticinco años, y era una muchacha atractiva e interesante, tanto en físico como en personalidad. Medía alrededor del metro con setenta y dos, y tenía una larga melena lisa y pelirroja, muy cuidada… y unos grandes ojos claros, con hermosas pestañas.
Como aún no vestía la túnica de ilusionista de color gris, debido a que sólo podían vestir túnicas, aquellos magos que había alcanzado el cuarto nivel de magia… iba vestida con un traje ajustado, verde esmeralda, unas medias lilas, y unas botas, marrón pardo. También llevaba unos guantes muy ceñidos a la mano de color rosa; que le daban un toque muy femenino. Por último, llevaba una capa de color lila, mágica, que la volvía invisible, cuando ésta se ponía la capucha. Era un regalo de Eléndil. Se lo hizo no hace mucho tiempo; el día que cumplió diez años de aprendizaje junto él. Ella se unió a él, muy joven, a la edad de trece años. En Longoria, eran los magos, los caballeros, los clérigos, y lo físicos, los que gozaban de mayor prestigio; y a ella le gustaba la magia, y como era lo único a lo que podía optar… eligió ser maga.

En ocasiones como ésta, que salía fuera de Longoria con Eléndil, y podía enfrentarse a grandes peligros… llevaba además de la capa, una espada corta en su cinturón.



Después de adentrarse en el bosque, llegó a una pendiente… un pequeño precipicio, donde encontró las plantas que su maestro le había mandado buscar. Intentó alcanzarla, pero no lo logró. Entonces, se tendió sobre la hierba y alargó la mano todo lo que pudo, para cogerla, pero no lo consiguió. Se arrastró un poco más hacia abajo, y por fin consiguió su objetivo. Aunque, al instante, cayó rodando por el precipicio... Suerte, que se frenó en seco… porque el pie se le enganchó en una raíz que salía del suelo.
La situación era ésta: quedó enganchada por el pie, colgada boca abajo, justo al final del barranco. No podía soltarse sola, porque… aunque tenía una espada, era tan corta que no alcanzaba la raíz. Así que, cuando vio que no podía soltarse por sí misma… pidió ayuda. Pues la magia que ella aprendía, el ilusionismo, no le servía de nada.
Silvan, que se encontraba en ese momento cerca de allí, la oyó y acudió en su ayuda.
Enseguida llegó y la despojó de la raíz, la cogió en brazos… y la recostó sobre el tronco de un árbol, para examinarle el tobillo… que por suerte, sólo se había torcido.
Le quitó entonces la bota, y tenía el tobillo hinchado.

 -Silvan, las hiervas que he venido a buscar, sirven también, para bajar la inflamación -le explicó.
Éste le puso una hoja de la planta sobre el tobillo. Luego, desgarró una tira del vestido de ella, y se lo vendó. Después, cogió el resto de la planta y la bota, y las guardó en una bolsa que ató a su caballo.
A continuación, volvió a levantarla en sus brazos para que no apoyara el tobillo. La subió a su caballo, e hizo lo mismo, situándose detrás de ella. Seguidamente, siguió un sendero que había en el bosque para regresar a la gruta.
Mientras volvían, paseando a caballo por aquel hermoso bosque… ella se ruborizó, pensando en lo amable que había estado con ella. En ningún momento había fanfarroneado por rescatarla. Ni se había aprovechado de las circunstancias, más de lo debido. Se había comportado como un perfecto caballero. Y había actuado en cada momento, como debía hacerlo. Además, Silvan gozaba de una notable prestigio en Longoria, debido a lo bien que representaba su puesto. Por eso, lo idolatraba Para ella, lo más importante, aún más que la magia, era… el respeto del pueblo longoriano; y él lo tenía, y muy bien ganado.


A la vez que ruborizada, se sentía muy bien entre sus brazos. Él era un caballero muy guapo y distinguido. Por eso, no quería que ese paseo a caballo, se terminase nunca.


Pero poco después… llegaron a la gruta. Entonces, su maestro vio que  había conseguido las hierbas, pero también que se había lastimado el tobillo. Así, que le quitó la venda y la hoja, y se lo reconoció. La hinchazón había bajado pero el tobillo seguía torcido.
El mago pronunció unas palabras, mientras se lo tocaba con la mano. Éste sanó de inmediato. Volvía a estar como antes de lastimárselo. A continuación, pronunció otro hechizo que hizo que el vestido volviese a estar como nuevo. Cuando acabó, no parecía que Silvan lo hubiese desgarrado.
A continuación, todos volvieron a reunirse en la entrada de la gruta. Entonces, Láslandriel le dijo al general longoriano:
 -He inspeccionado la zona junto a Ilene, y a lo lejos, hemos visto la aldea. Si marchamos ahora, podríamos llegar avanzada la tarde.

 -Bien, pues nos esperemos más. Pondremos dirección a Half -el grupo enseguida recogió las cosas de la gruta y macharon hacia la aldea.

viernes, 20 de junio de 2014

Capítulo 5 de Dragonstones 1





REUNIÓN EN LONGORIA


  Al mismo tiempo que la Lahmia dejó la fortaleza de Ízmer… cerca de Longoria, nuestro grupo había cruzado el río; y sobre media mañana, llegó a la ciudad.

Lo primero que se encontraron fue el foso que la rodeaba. Detrás, había una enorme muralla de treinta metros de altura por tres de anchura. Ésta en su parte superior, tenía una calzada que estaba vigilada por soldados longorianos; había tanto arqueros como arcabuceros. Además, tenían cañones para utilizarlos en caso de guerra.

En la ciudad había cuatro entradas, una para cada punto cardinal. A ellas, se accedía a través de los distintos puentes que había sobre el foso.

Solían estar siempre abiertas, y al igual que los puentes, siempre estaban disponibles para cruzarlas. Sólo se impedía el paso, en caso de ataque. Mientras, les bastaba con los vigilantes de encima de la muralla y de los guardias que había en cada puerta.
El grupo iba a entrar, por la entrada del norte. Enseguida, los pararon y les preguntaron:
 -¿Quiénes sois, y a qué venís a la ciudad?
 -Somos el grupo que espera el rey. Traemos La Piedra Multicolor -respondió Mialee.
 -Está bien, podéis pasar -respondieron los guardias, que anteriormente habían recibido ordenes de permitirles el paso.



La princesa elfa entendió que la paloma blanca que enviaron con el mensaje, había logrado llegar a Longoria; así, que estaban preparados para su llegada.

Todo el grupo cruzó el puente en sus unicornios.
Los tres chicos, que nunca habían visto Longoria, estaban intrigados.


Tanto la ciudad como la muralla, vistas desde el cielo, tenían forma redonda.
Estaba organizada, de tal forma: en la parte cercana a la muralla, vivía el pueblo, la gente más humilde y pobre de la ciudad… que vivían en casas de piedra con tejados de teja. Las casas del pueblo estaban divididas en cuatro zonas, mediante las calzadas, que venían cada una de una entrada distinta. Todas llegaban hasta el mismo palacio, en el centro de la ciudad.
Estaban: la zona noroeste, la nordeste, la suroeste, y la sureste. Y cada zona era atravesada por dos calles horizontales y tres verticales.
Las primeras salían a las calzadas, y las últimas a otra situada, entre la zona del pueblo y la de la nobleza. Ésta era circular y tenía cuatro grandes cruces. Cada uno estaba situado, dónde la calzada era atravesada por las grandes  que provenían de las entradas.


La zona de la nobleza estaba organizada también en cuatro zonas. Pero, se diferenciaba de la del pueblo, en que… en cada una de las zonas, no había tres calles verticales, sino, una sola.
Tras la zona de la nobleza había una última calzada circular, de igual modo que la anterior. La separaba del gran palacio; situado en el centro de la ciudad.

En la zona donde vivía el pueblo y dónde las casas eran de piedra y con tejados de teja… había: posadas, herrerías, armerías, panaderías, sastrerías, carpinterías etc.
También estaba el gran mercado, dónde venían gentes de todo el continente, a hacer sus compras.

En la zona de la nobleza, las casas estaban hechas de lo mismo, pero eran más altas, y los edificios que eran aún más grandes que las casas, estaban hechos de mármol.
En esta zona estaban: las universidades, las bibliotecas (la principal: La Gran Biblioteca de Longoria), La Gran Universidad de la Hechicería, y un lugar dónde todo el que sabía algún tipo de magia, compraba lo que necesitaba… Además, tenía una de las cuatro zonas, dedicada al ejército. Allí, estaban los establos de los caballos, y se guardaban: las armas, las armaduras; y todo el material bélico.

Tras la zona del pueblo y de la nobleza, en el centro de la ciudad, estaba el palacio… que era enorme y se elevaba hacia el cielo; con innumerables torres altísimas. Éstas eran de mármol y cuarzo blanco y rosa. Tenían gran cantidad de ventanas, pero en cambio, no tenían esquinas… y acababan en cúpulas.
En él vivían: los reyes, el príncipe, sus consejeros, sus sirvientes…
…Y en él estaba: la sala del trono, la sala de fiestas, las habitaciones reales y muchas otras, y una biblioteca, dónde había todo tipo de libros que hablaban de cada una de las razas que habitaban Shakával.
También, había una catedral y una sala de reuniones, dónde el consejo debatía los temas que importaban a la ciudad de Longoria.




      Al entrar en la ciudad, el grupo tuvo que dejar los unicornios y marchar a pie. Los animales se quedaron a merced de los guardias, que los pusieron a buen recaudo. 
El grupo pudo comprobar que a Longoria venían gentes de todo el continente; por lo que había varias razas humanoides.




La gente los observaba y se murmuraban entre ellos al oído… algo normal, porque el grupo estaba formado por: dos elfos y tres chicos humanos, vestidos de forma un tanto extraña. Además, a algunos les había llegado el rumor de la aparición de La Piedra Multicolor, al mismo tiempo, que los niños de otro mundo.


      Paseando por la ciudad, llegaron a un mercadillo, donde había: buhoneros, comerciantes, videntes, ladrones, mercaderes…
En cuanto a criaturas humanoides… había humanos de todo tipo: árabes, nórdicos, orientales, mundanos, y nómadas de la estepa… Había enanos, tanto nórdicos como zenorianos; elfos silvanos y marinos; faunos… y algunas de las razas menores de Shakával, como: kenders, halflings y hobbits.

Entre el barullo del mercado, un muchacho adolescente, algo delgado, y con una estatura de un metro con setenta y siete centímetros, siguió a los chicos.
Llevaba el pelo alborotado y de color castaño.

Por su ropa, se intuía, que no tenía mucho para vivir.

Pasó junto ellos, sin que estos se percatasen. Justo en ese momento, el chico rajó la mochila de Kevin y se llevó algunas cosas, que introdujo en su saquillo. Luego, siguió caminando como si nada hubiera ocurrido. Al instante, Kevin notó que le habían robado. Cuando comprobó qué se habían llevado, supo que le faltaba una navaja… ¡y La Piedra Multicolor!
Los elfos se dieron cuenta enseguida, que el ladrón era el muchacho que acababa de pasar junto a ellos, por su aspecto, y por propia intuición.
Era un ladrón cortabolsas, al que siguieron, pero teniendo cuidado de que este no lo supiera.

El ladrón, que se llamaba Justin, entró en una posada. En ella había humanos que provenían de diversos sitios, y había: enanos, faunos, y algunos kenders.

Justin se paró frente a un tahúr, que había en una mesa en la que se aglutinaba mucha gente. Éste utilizaba tres cubiletes de madera y una semilla; y la gente apostaba donde se ocultaba ésta.
Pasó con sigilo… y también se llevó el saquillo donde el tahúr guardaba el dinero, que hasta ahora había conseguido. Cuando éste se percató, mandó a sus dos matones, tras él.
Justin salió corriendo por el mercadillo, perseguido por éstos, y los elfos y los chicos también.
Dejaron caer todo a su paso, pero antes de armar un gran revuelo,  se metió por una calle para que no acudiera la guardia.
Sus perseguidores consiguieron llegar hasta él, y cuando estaban a punto de darle una paliza, Isilion lanzó de una sola vez tres flechas, que se clavaron muy cerca de los ellos, logrando detenerlos. Consiguió que éstos dejasen en paz al ladrón, a cambio de entregarles el dinero que el muchacho le había robado al tahúr.


Cuando los matones se marcharon, Justin todavía sin aliento por la carrera y el susto, se acercó a los elfos.
 -Gracias, me habéis salvado de una buena paliza, o incluso de la muerte… a pesar de que os robé. Tomad, os devuelvo lo que os quité, y espero que algún día me perdonéis -dijo, verdaderamente arrepentido, y es que… a pesar de su condición, no era mala persona.
 -Te perdonamos porque… por lo que parece, no sabías el valor que tiene lo que nos robaste. Ahora, desaparece antes que nos arrepintamos y te entreguemos a la guardia -le insistió Isilion, en tono serio.
 -Esperad, no tengo a nadie en la vida, y me viene bien algo de compañía. Me gustaría, si queréis, unirme a vosotros y devolveros el favor.
Los elfos le contaron porqué se encontraban allí. Pero Justin se unió a ellos, sin pensárselo lo más mínimo.
Después de tranquilizarse y hablar, siguieron por la calzada que entraron, en dirección a palacio.

Cuando llegaron, les dijeron que esperaran a que se informara de su llegada.
Poco después, les llevaron a la sala de reuniones, dónde llevaban unas horas, charlando y esperando su llegada… pues el tema que debatían los implicaba sobre todo a ellos.
Enseguida, fueron presentados. En la sala, además del Rey Mónckhar y su hijo Ántrax, estaban: el general del ejército longoriano Silvan; en representación de los enanos, acudió un enano nórdico, Gúnnar Ódegaard; de la zona de Barbaria, cerca de Nordia, acudió el bárbaro, Tristan; igualmente, estaban representados los magos, con el mejor mago humano, y líder de los túnicas blancas, Eléndil… al que acompañaba, su aprendiz, Lana; pero, lo que más sorprendió a los tres chicos, fueron otros. Ellos habrían jurado que eran un hombre y una mujer, de no ser por algo que los diferenciaban de los humanos… ¡tenían alas!
Venían de la isla de Cesglan, la isla de los… ¡ángeles! Ella se llamaba Ilene, y él, Láslandriel.
 -Por favor, chico, muéstranos La Piedra Multicolor. Quiero que todos comprueben, que es verdad que esa piedra mágica se encuentra aquí en Shakával -le pidió el Rey Mónckhar, a Kevin.
Éste la sacó de la mochila y se la entregó. El rey la observó, y no la encontró nada especial. No tenía porqué, se mostraba transparente en su estado normal.
El Rey Mónckhar dijo entonces:
 -No parece ser una piedra especial, y menos aún, que contenga tanto poder. Pero como dice la profecía, es transparente, y con ella aparecen tres niños humanos, del mundo al que pertenecen los primeros humanos de Shakával… de los cuales, descendemos.
Yo creo que es la verdadera Piedra Multicolor, y os pido que vosotros también lo creáis.
Dicho esto,  invitó a Kevin, Éric, Susan, Mialee y Justin… a que tomaran asiento.
A continuación, preguntó a Mialee:
 -¿Quién es ese muchacho, de aspecto desaliñado, que os acompaña y está presenciando esta reunión?
Ésta contestó:
 -Es Justin, lo hemos conocido aquí, en tu propia ciudad, cuando acudíamos a esta reunión.
Nos robó la piedra, y lo seguimos. Más tarde, se metió en otro lío y fue perseguido por unos matones. Nosotros le salvamos la vida, y nos devolvió la piedra. Después, quiso acompañarnos. Entonces, lo pusimos al corriente de la situación. Pero siguió insistiendo… Dijo que nos acompañaría siempre, donde quisiera que fuésemos… y aquí está, con nosotros.
Entonces, el Rey Mónckhar dijo:
 -Si ésta es su decisión, así será. A continuación, se dirigió a todos, y muy juiciosamente les dijo:
 -Las fuerzas del mal se están preparando para la guerra. Ellos también sabrán que La Piedra Multicolor está en Shakával. Así que intentarán robarla y conseguir las demás piedras, para tener a sus órdenes a los dragones.
Os pido que protejáis a estos chicos que vienen del mismo mundo que vinieron nuestros antecesores, los primeros humanos. Aquellos que reunieron las piedras y se quedaron en Shakával; y de los cuáles descendemos todas las razas humanas de este mundo. Os pido también, que protejáis La Piedra Multicolor.
Debéis marchar a la isla de Loft, la isla de los altos elfos. Allí, es el único lugar en todo Shakával dónde muestra el paradero de la primera de las Dragonstones, la piedra verde, la de menor poder. Una vez la encontréis, al ponerla en contacto con La Piedra Multicolor, ésta última mostrará el paradero de la siguiente Dragonstone, y así, sucesivamente.


Todos estuvieron de acuerdo con los que les pidió el rey de Longoria; por lo que, seguidamente, se retiraron…
… Luego, por la noche, tuvieron una cena de despedida, tras la cuál, se fueron a dormir.


Ya, por la mañana, vistieron a Kevin, Éric, Susan y Justin, con ropas del ejército longoriano.
A cada uno de ellos, le dieron una espada. Pero aparte, a ella le dieron un arco; a Justin, un cuerno; y a Kevin y Éric, un escudo.
Mialee también cambió sus ropas por las de combatir, propias de su raza y su nobleza.

Poco después, todos estaban en las puertas de palacio… Kevin, Éric, Susan, Isilion y Mialee, en sus unicornios; Silvan, Tristan, Eléndil, Lana y Justin, en caballos. El del bárbaro era más robusto… muy adecuado para él, porque podía soportar su peso; ya que era alto y musculoso.
Gúnnar, el enano, llevaba un pony. Porque el joven unicornio además de ser demasiado pequeño para él, nunca aceptaría a un enano como jinete.
Ilene y Láslandriel no montaban, utilizaban sus alas para volar.



Los reyes y el príncipe se despidieron de ellos y les desearon suerte, al igual que las gentes que había en la ciudad, que se habían aglutinado a ambos lados de la calzada, que llevaba a la salida oeste de la ciudad.
Una vez cruzaron las puertas, pusieron dirección a la ciudad portuaria del reino de Burds. Dónde cogerían un barco para navegar hasta la isla de Loft.




      Por otro lado, los elfos oscuros proseguían su viaje en los barcos negros. Llevaban ya cerca de la mitad del viaje hasta la ciudad de Doeria. En estos momentos, cruzaban las costas de Élengar.



En cambio, los caballeros del caos no lograron llegar hasta Longoria antes que marchase el grupo, como era su intención. Sólo habían conseguido llegar hasta las verdes praderas de los caballos salvajes, situadas entre el bosque iluminado y la aldea de Pars.

Cruzaron a tal velocidad, que asombraron a las manadas de caballos salvajes que pastaban en aquellos prados.

martes, 17 de junio de 2014

Relato: La constelación de Aurora.







Autor: Desiree Vergaz.

Está escrito por una apasionada de la C.ficción y el universo. Disfrutadlo.

Si queréis leerlo pinchad aquí:

https://dl.dropboxusercontent.com/u/22610911/La%20constelaci%C3%B3n%20de%20aurora.pdf


Si quieres saber más sobre ella, visitad su blog.



viernes, 13 de junio de 2014

Capítulo 4 de Dragonstones 1





ÍZMER


   La Lahmia había llegado junto a Érgorht, un Nigromante No-Muerto, a la fortaleza de Ízmer. Se encontraban ya, dentro de la torre oscura.

Su señor la había mandado llamar, y ella había venido a su encuentro.

Llevaba unas botas negras de cuero, sujetas a las piernas por unas tiras cruzadas que le llegaban hasta las rodillas. Sin embargo, éstas las tenía cubiertas con ropa roja ceñida. Encima, llevaba un vestido de color rojo por fuera y verde por dentro. Éste tenía una abertura que le llegaba cerca de la cintura. Además, tenía una capa gris que le cubría la espalda, los brazos, y la cabeza. Sobre ella tenía una corona de bronce que llevaba un trozo de tela roja, que le cubría la frente.
Ella tenía aspecto pálido, colmillos y dientes afilados, y una mirada reptiliana, de color verde. Su aspecto físico se debía, a que las lahmias pertenecían a la familia de los vampiros.
Además de tener las facultades de éstos, iba armada con su espada, “El Servidor desobediente de Kord”, y con un puñal que utilizaba cuando sus oponentes la creían desarmada e indefensa.

Érgorht iba vestido como cualquier nigromante, pero tenía una capucha en la cabeza, parecida a la que utilizaban algunos monjes. Su túnica era de color negro y llevaba un cayado mágico llamado Bastón de Cronk y un cráneo.

Su cuerpo era parecido al de un zombi o un necrófago; porque estaba siempre en descomposición. Poseía poderes mentales y sabía nigromancia. Esto, le servía para hipnotizar a sus víctimas, con sus ojos de color rojo.

Venían de la torre oscura de la Lahmia… ahora, se encontraban en la torre oscura de Ízmer; porque… éste les tenía que hablar de un tema muy delicado, que afectaba a todo Shakával.

Ízmer pertenecía a los elfos oscuros. Estos elfos servían a las fuerzas del mal, y vivían en la isla de HIM; una isla helada, que se encontraba al noroeste del continente de Babylon. La región más próxima del continente, era Barbaria.

Ízmer, (el mejor mago de los elfos oscuros, puede que incluso de todo Shakával; líder de los túnicas negras y por lo tanto de las fuerzas del mal), no vivía en esa isla, sino en su fortaleza; que estaba situada al nordeste de Bábylon, cerca de los volcanes de Draconia, y justo al lado de las montañas heladas, junto al bosque de Ignion.

La Lahmia y Érgorht entraron en la sala del trono. Allí, les esperaba él.

Vestía una túnica negra, con capa del mismo color. Llevaba una corona en la cabeza, y “El Anillo de las Sombras” en su dedo corazón. Además, de su cinturón colgaban saquillos y otras cosas que suelen llevar los magos. Junto al trono tenía su cayado, el Bastón de Nicromech.
Tenía el cabello liso, y totalmente blanco; y sus ojos eran de un azul cielo, algo claro.
 -Acercaos -les instó-, os traigo aquí para informaros de algo que ha ocurrido en Shakával. A través de mi “Esfera de la visión verdadera”, he visto como La Piedra Multicolor ha vuelto a nuestro mundo. Vino con dos chicos y una chica humana. Ahora, intentan llegar hasta Longoria. Allí, les indicarán que hacer con la piedra. Así que… nosotros tenemos que encontrar a esos chicos. Cuando sepan el paradero de la primera de las piedras, intentaremos robarles La Piedra Multicolor. Debemos adelantarnos a ellos, y encontrarla primero.
La tarea será ardua, porque en Longoria encontraran mucha ayuda. Por eso, lo que haré será… decirle a mi aprendiz, que envíe un mensaje a través de los cuervos, a mi pueblo; que está en la isla de HIM.

Les pediré que envíen un ejército de elfos oscuros, en los barcos negros.
Vendrán rodeando la costa del norte de Bábylon. Cuando lleguen a Doeria, seguirán por el río, hasta cerca de aquí. Luego, continuarán a caballo. Una vez lleguen, les daré la orden de atacar.

 -A ti, te encomiendo una misión… tendrás que reunir un segundo ejército que ayudará a los elfos oscuros, cuando ataquen Longoria.
 -Estad seguro de que así lo haré, mi señor. Lo reuniré, y cuando digáis, lo mandaremos atacar Longoria. Si no deseáis ninguna cosa más, partiremos ahora mismo para comenzar la misión.
 -No tengo nada más que deciros. Podéis partir.


La Lahmia y su fiel servidor Érgorht, salieron de la torre oscura situada, en lo más alto del siniestro castillo de la fortaleza de Ízmer. Éste tenía muchas otras torres, pero ridículas en comparación con ésta. Estaba rodeado por una gran y alta muralla, que lo protegía; custodiada por los guerreros del caos.

Una vez se marcharon la Lahmia y Érgorht, Ízmer fue al laboratorio, en busca de su aprendiz… un sobrino suyo, llamado Ellorion; que comenzaba ahora a iniciarse en la magia. Pero que mostraba muchas aptitudes, y progresaba a pasos agigantados.

Vestía igual que su tío, aunque sin corona. A excepción, de su capa, que estaba provista de una capucha.
Ellorion era un elfo muy joven, todavía. Lucía un cabello negro y liso, que acostumbraba a llevar suelto; y poseía también, unos increíbles ojos verdes.
Solía llevar encima de su hombro un cuervo, que no se separaba de él. Y, consigo, toda clase de cosas: mejunjes preparados por él mismo, en las manos… su cayado, el Bastón mágico de HIM, y en una cartera de cuero… un libro de magia que iba siempre con él.

 -Ízmer llegó al laboratorio…

 -Hola sobrino, ¿cómo vas con tu aprendizaje?
 -Bien, estoy repasando unos conjuros de la tercera lección -respondió.
 -Tengo algo que encomendarte. Haz llamar a los cuervos, y manda con ellos el siguiente mensaje, a la isla de HIM:


“Soy Ízmer. Necesito que vengáis. Envía a Darkice con su ejército. Vamos a atacar Longoria”.



Ellorion, desde la ventana, con un silbido llamó a los cuervos. Cuando vinieron, le ató a uno el mensaje en la pata; y con otro silbido (que estos entendieron), marcharon hacia la isla de HIM.

El joven elfo oscuro tenía la facultad de comunicarse con los cuervos.


Después, Ízmer fue a utilizar su esfera de la visión verdadera. A través de ella, se comunicó con un hechicero del caos que, también tenía otra.

 -Quiero que envíes a tu Señor de la Guerra, junto con seis caballeros del caos, en busca de los chicos que tienen en su poder La Piedra Multicolor. Cuando los encuentren, deben seguirlos; pero no deben atacarlos hasta que éstos sepan el paradero de la primera de las ocho Dragonstones. Entonces, y sólo entonces, podrán atacarlos y robársela.
 -Mi señor, sus ordenes serán ejecutadas de inmediato. ¿Desea algo más? -preguntó el hechicero del caos.
 -Sólo, que tengan mucho cuidado de ser descubiertos antes que sepan el paradero de la primera de las Dragonstones. Nada más. Puedes retirarte -dijo Ízmer, mientras la esfera se tornaba oscura.


El hechicero del caos enseguida se lo comunicó al Señor de la Guerra. Éste preparó a sus seis mejores caballeros, y salieron de su fortaleza, en las tierras del caos.

Los guerreros del caos, eran servidores del dios del mal, Rashnen; por consiguiente, seguían a Ízmer

En un pasado, fueron humanos de gran tamaño, después fueron mutados, y se convirtieron.


Pueden tener mutaciones por todo su cuerpo. Algunas de ellas, son: cara cadavérica, podrida o de bestia, la cara al revés, cuernos en la cabeza, tener la cabeza en el pecho, tener tres ojos, tener patas de bestia… y tener color de piel antinatural.

Los guerreros del caos se cubren con armaduras muy elaboradas y casi impenetrables. Algunas, incluso poseen propiedades mágicas.
Éstas suelen ser oscuras, cargadas de dibujos extraños y malvados, y con yelmos, que suelen tener cuernos.
Van armados: con grandes hachas, martillos o mazos, espadas, armas de asta, y lanzas.
El Señor de la Guerra, en concreto, lleva: la “Espada Portadora de la Muerte”, el “Escudo de Caos”, un “Martillo de Sumisión”, y un “Taladro del Tormento”.

Llevan caballos negros, con los ojos rojos. A algunos, les tiñen la crin y la cola de rojo, para la guerra; con tintes hechos con rocas del lugar donde viven. Lo hacen para simbolizar la sangre derramada de sus víctimas.
Estos caballos, también van protegidos con armaduras, y suelen llevar cráneos de animales o humanos, en sus cabezas; o incluso cuernos, sobre una especie de yelmo, que les ponen.
El caballo del Señor de la Guerra lleva la crin, la cola y el pelo, de encima de los cascos, teñido de rojo. Además, lleva un yelmo con un cuerno.



Por otro lado, días después de su partida, los cuervos que envió Ellorion a la isla de los elfos oscuros, llegan a su destino; muy debilitados por el largo y frío viaje.

La isla de HIM es una isla llena de nieve. Tiene un gran bosque cubierto de ella y, en el interior se encuentra el castillo de hielo de los elfos oscuros.
Para llegar a la isla en barco, hay que cruzar un mar cubierto en gran parte, por finas capas de hielo.


Después de llegarles el mensaje, los elfos oscuros prepararon su ejército y se hicieron a la mar… en sus impresionantes barcos negros.
Pusieron rumbo a la ciudad de Doeria, una ciudad pesquera situada al nordeste de la fortaleza de Ízmer; y separada de ésta, por el río de lava… llamado así, porque uno de sus brazos tiene lava, proveniente de los volcanes de draconia.

Días más tarde, los barcos negros pasan por las costas de Nordia. Allí, en la aldea de Víking, los vikingos los ven.
Llenos de furia por cruzar sus costas sin permiso, y por ser, igualmente, los únicos rivales en el mar que le ofrecen resistencia… deciden detenerlos.


Los vikingos, como todos los nórdicos, suelen ser pelirrojos, aunque también, hay algunos rubios y castaños.
Visten como los corsarios o piratas (ladrones y saqueadores de barcos y ciudades costeras…)
Sus barcos son parecidos a los de los elfos negros, pero sólo tienen una vela, de color, situada verticalmente al barco. Los barcos negros tienen varias, de color negro, situadas horizontalmente al barco.
Además, se diferencian en el diseño de la carcasa del barco, y en el tamaño; ya que, los barcos de los vikingos son mucho más pequeños y rápidos.



Los elfos oscuros vieron que los vikingos se acercaban para impedirles el paso, así que prepararon sus cañones… famosos, por ser los que más alejaban en toda la mar.
Cuando tuvieron los barcos enemigos lo suficientemente cerca, lanzaron sus cañones. La mayoría alcanzaron sus objetivos, haciendo enormes destrozos, hundiendo barcos, y matando a muchos.
Aún así, no consiguieron que cesaran en su empeño, porque… fueron en busca de los barcos negros, para abordarlos, y luchar cuerpo a cuerpo, con los elfos oscuros. Pensaban, que quizás así, tendrían alguna posibilidad.

Los vikingos situaron sus barcos al lado de los negros, y se lanzaron al abordaje.

En la lucha, recurrían sobretodo a la espada; aunque también utilizaban pequeñas hachas, e incluso, las manos y las piernas.

La lucha se fue decantando poco a poco a favor de los elfos oscuros, debido a que eran mayoría; gracias en parte, al destrozo que habían hecho sus cañones en los barcos enemigos.


Los elfos oscuros sabían de antemano, que tenían que pasar por las costas vikingas y que se enfrentarían a ellos.
Puesto que sabían lo peligrosos que eran, enviaron un gran número de corsarios entre su ejército.


Tras derramar mucha sangre, tanto en muertos como en heridos, la batalla terminó.
Los elfos oscuros vencieron. Y luego, saquearon los barcos vikingos y siguieron su rumbo.


En tierra firme, los guerreros del caos… en este caso, el Señor de la Guerra y sus seis caballeros, rodearon el bosque de los hombres bestia.

Después, siguieron cruzando ríos y praderas dirección sur, a la gran ciudad del continente; la principal ciudad de los hombres, Longoria. Allí, según les informaron, debían de estar los chicos.

viernes, 6 de junio de 2014

Capítulo 3 de Dragonstones 1




SILVANYA


   Dejaron el valle de los unicornios y se adentraron, de nuevo, en el bosque. Estaba lleno de luz, y en él, el canto de los pájaros se sentía continuamente, alegrando la vida de todos los que allí vivían.

Avanzaban por el bosque, cuando…  Susan vio un pájaro maravilloso. Era de color rojo, con el pecho anaranjado, una cresta en la cabeza de color escarlata, y una cola morada.
Su tamaño era algo más grande que el de un águila normal.
 -Es un fénix, un ave que veneramos. No son muy abundantes, pero tienen el poder de convertirse en fuego para morir, y después renacer de sus cenizas. Además, tanto sus plumas como sus lágrimas tienen propiedades mágicas -Isilion les contó todo esto, con mucho entusiasmo. Le tenía un gran aprecio a esos pájaros.

Más adelante, volvieron a encontrarse con el río cristalino. Allí, pararon para llenar sus cantimploras y dar de beber a los unicornios. A continuación, todos cruzaron el río.
A partir de aquí, para los chicos todo era nuevo.

Durante un rato, no ocurrió nada. Pero… mientras cruzaban el bosque, poco después, escucharon el susurro de una voz que parecía angelical. Era la voz de una mujer, que decía:
 -“Niños humanos, sois los elegidos. Venid aquí”

Todos, ensimismados, siguieron el sonido de la voz… hasta llegar a un pequeño claro del bosque.
Allí, se le acercaron seres diminutos que volaban y estaban iluminados como las luciérnagas… pero, que en cambio, tenían el cuerpo en miniatura de una mujer con las orejas puntiagudas.

Parecía que los invitaban a que las siguieran.

 -Podéis confiar en ellas. Son pequeñas hadas -contó Isilion a los muchachos.
 -¿Puedo tocar una, para comprobar que es real? -preguntó Susan.
 -Creo que sí, supongo que no les importará, parecen sociables -respondió Isilion.

Susan se acercó a una de ellas, y, con su dedo índice la tocó. Ésta desprendió un polvo mágico y luminoso, que en realidad era polen recogido de las flores. Éste, al ponerse en contacto con la piel del hada, se convertía en este polvo.
Éste llegó hasta la nariz de Susan, e hizo que estornudara.

 -No lo volveré a hacer -le dijo Susan a Isilion.
 -Creo que los polvos luminosos tienen el poder de hacer estornudar. Seguro que es una defensa contra los enemigos, para que no las intenten atrapar -explicó, muy bien, el elfo.

A continuación, siguieron a las hadas y llegaron hasta un gran claro donde había una luz que llegaba a cegarlos, si la miraban con detenimiento. Esta luz… intensa, cálida y tranquilizadora, fue cesando en luminosidad. Entonces, pudieron ver que había un pequeño estanque entre la hierba, rodeado de grandes y hermosas flores. Detrás, había rocas, de dónde manaba el agua que caía hasta el estanque. Ésta brotaba de la nada. Era algo mágico.
Los chicos dejaron de mirar hacia el estanque y fijaron sus miradas hacia el lugar donde provenía la luz. Sobre las piedras había una gran piedra plana, y sobre ésta, se encontraba una hermosa mujer con alas de mariposa, transparentes; como las pequeñas hadas. Vestía una ropa fascinante, pero a su vez muy liviana y totalmente blanca. Igualmente, sus cabellos dorados con tonos plateados, le daban aún un aspecto más deslumbrante.
Mientras el grupo la observaba, cegados por momentos por la intensa luz; el hada con una voz dulce y embriagadora, dijo:
 -Bienvenidos humanos, soy el hada del bosque iluminado. Os quiero decir que sois los elegidos por los dioses para la difícil misión de encontrar las ocho piedras de colores, las “Dragonstones”.
La piedra que poseéis tiene un gran poder. Un poder que requiere una gran responsabilidad. Tendréis que sortear muchos peligros; pero a pesar de ello, nunca dejéis que esa piedra caiga en malas manos. Para ello, debéis protegerla incluso con vuestras propias vidas. Por eso, os entregaré un frasco de cristal con agua curativa. Bebedla cuando os hieran, pero no desperdiciarla.

Tras decir esto, el hada les dio un frasco a las hadas pequeñas. Una lo abrió; y otra llenó el frasco de agua del estanque. Luego, una tercera recogió polen de aquellas flores, y lo espolvoreó sobre el contenido del frasco. Al caer, el agua se volvió luminosa. A continuación, lo cerraron  y se lo entregaron a Susan.
Ésta lo cogió:
 -Muchas gracias -dijo, agradecida.
 -Tendremos muy en cuenta lo que nos has dicho. Puedes estar segura que protegeré la piedra con mi vida -dijo Kevin, sabedor de lo mucho que pesaría esta promesa.

Tras despedirse todos… el hada y sus pequeñas compañeras, junto con el estanque, las rocas, y las flores, desaparecieron… poco a poco.
Había parecido un espejismo, pero no fue así. Porque Susan aún conservaba el frasco que el hada le regaló.
 -Tenéis suerte. Pocos son los que han visto un hada. Incluso yo, un elfo, nunca ví una antes. Sólo escuché leyendas sobre ellas -dijo Isilion, una vez que desaparecieron las hadas.


El bosque en el que se encontraban, se llamaba el bosque iluminado por muchas razones, aparte… de por la abundante luz que entraba entre los árboles.

Los habitantes del bosque vivían en armonía con él. Por eso, siempre se oía el canto de los pájaros. Además, los animales podían correr por él, sin temor alguno. Era un bosque en el que había: ardillas, comadrejas, conejos, ratones, nutrias, zorros, jabalíes, osos, muchos pájaros… y hasta un ciervo blanco, mágico.
Los chicos, mientras atravesaron el bosque, sólo vieron: ardillas, conejos, un zorro, un búho, el fénix y algunos pájaros cantores.
Era un bosque lleno de vida, magia, paz, y tranquilidad… Y era el bosque más hermoso del continente de Bábylon. Gracias también, al verde de sus árboles y de su vegetación.

Habían atravesado gran parte de él… cuando Isilion se detuvo, de repente.
 -Chicos, hemos llegado. Detrás de esos árboles, se encuentra mi pueblo, Silvanya. Estoy seguro de que os alegraréis de haber venido.

Avanzó hasta la entrada; y ellos, montados en sus unicornios, lo siguieron.

Se encontraban, ante la entrada a Silvanya. Ésta tenía enormes arcos, hechos de madera.
Abajo, había tres arcos; y sobre estos tres, otros tres. Y todos tenían hiedra enredada.
Los del centro estaban sostenidos por columnas de madera. Esculpidas en éstas, había estatuas de antiguos reyes elfos.
Los arcos que había a cada lado de los del centro, se unían a los troncos de los dos enormes árboles.
Los arcos tenían labradas formas y figuras élficas.
Encima del arco central de abajo, que no tenía puertas porque los elfos querían sentirse en comunión con el bosque, había una inscripción situada entre dos farolillos que se encendían cada noche; que decía una frase en élfico:

<< ELENDIL    MARATULDA     COAMNANN A >>

Que venía a decir, algo como:

<< AMIGO DE LOS ELFOS, BIENVENIDO A CASA >>.

Los muchachos cruzaron la entrada, y vieron algo que jamás hubieran imaginado. El pueblo parecía formar parte del propio bosque, porque era totalmente de madera.
Los elfos habían arrancado de raiz los árboles que había donde ahora estaba el pueblo; y después, plantaron en los alrededores del lugar, dos árboles, por cada árbol talado.

El pueblo tenía una enorme plaza donde no crecía la hierba, pero estaba casi  cubierta de hojas secas de árboles caídas.
En el centro, había una fuente, (la única cosa de aquél sitio, que no estaba hecha de madera, sino de piedra), y dentro de ella había una estatua que representaba a Líadriel, dios elfo, del vino y las canciones.
A ambos lados de la plaza, estaban: las posadas, la herrería, la carpintería, la sastrería y muchas otras cosas.
Asimismo, había unas escaleras en el centro de cada lado, que ascendían hasta una gran plataforma que había alrededor de los dos enormes árboles; y que unía, unos con otros. Encima de éstas, había casas con tejados que caían a ambos lados.
Estas grandes plataformas tenían unas barandillas que daban a la plaza. A los chicos, les recordaba… las terrazas de su mundo. Las escaleras no terminaban en estas casas, sino que ascendían a una segunda plataforma, aún, más alta; donde había más viviendas.
A ambos lados de la plaza, detrás de los grandes árboles que daban a ella… había una calle y después más casas, dispuestas de la misma manera que las de antes.
En el fondo de la plaza, había un árbol. Abajo, junto a éste, estaban: las salas de reuniones, la cámara principal y muchas otras estancias, con distintas ocupaciones.
Este árbol tenía unas escaleras que subían en espiral, alrededor de él, hasta arriba; dónde estaba la casa del rey de los elfos silvanos y su hija, la princesa Mialee. Una casa enorme y hermosa, que tenía un gran balcón, que miraba a la plaza.
Para concluir, todo el pueblo estaba lleno de farolillos que encendían de noche; y que en la oscuridad, parecían grandes luciérnagas. En cambio, de día, al no haber árboles, Silvanya se veía iluminada,  por la luz de los tres soles.




El grupo se adentró en el pueblo…

Los elfos los miraban extrañados, debido a las ropas que vestían.
Un elfo saludó a Isilion:
 -Hola, traes una buena cría de unicornio -el pequeño animal parecía recuperado y con fuerzas; y tenía un color marrón, muy saludable.
 -Sí, seguro que será tan bueno como su madre -respondió-. Por favor, llévate los unicornios y trátalos bien -el otro elfo hizo lo que le dijo, sin mediar más palabras.

Enseguida, los chicos llegaron al fondo de la plaza…

 -Entrad conmigo. Os llevaré a la sala de invitados -les indicó el elfo.

Éste, una vez los llevó, se retiró. Con todo, enseguida fueron atendidos.
Los chicos se sentaron, y las muchachas elfas les pusieron de comer. Mientras, Isilion se fue a buscar al rey, para informarlo de todo.
En la mesa de la sala de invitados había: jabalí en salsa de almendras, para comer; zumo de grosellas, para beber; y de postre tenían… un surtido de frutas del bosque, muy variado.
Los muchachos comieron con mucho entusiasmo, pues llevaban mucho sin probar algo tan apetecible. Desde que llegaron a Shakával, sólo habían probado pescado, algo que ya les parecía repetitivo, y algunos frutos del bosque, que les dio aquel elfo, la noche anterior.

Isilion entró en la sala del trono. Allí, se encontraba el rey, un elfo de un metro ochenta con una larga melena negra suelta y grandes ojos azules… sentado junto a su hija, situada de pie, a su lado.

Cuando la princesa Mialee y él cruzaron las miradas, la pasión dominaba sus corazones. Ella incluso se ruborizó. Aunque, trató de disimularlo. Porque ellos sólo se veían a escondidas. Si el rey llegase a descubrirlos… no consentiría que ella se casase con un arquero.


Mialee era una princesa elfa, preciosa. Lucía una larga melena ondeada de color negro, que llevaba normalmente suelta; y, tenía unos grandes ojos rasgados, de color claro, muy lindos.
Su edad, diez años menos que Isilion; y su altura, un metro con setenta y cinco.

Estaba verdaderamente hermosa aquel día…

Eso mismo pensó Isilion al ver el vestido que llevaba puesto. Largo y rojo, y abierto a ambos lados a la altura de sus piernas. A la par, tenía un escote caído y manga larga.
Además, llevaba: una capa blanca, y adornos en el pelo, cuello y dedos de las manos.

Sin embargo… no siempre vestía tan elegante. Isilion la había visto cuando tenía que luchar. Entonces, cambiaba esta ropa por otra más adecuada, que llevaba siempre en su unicornio.

Pero a pesar de ello, siempre estaba radiante.

Como armas, utilizaba un “arco corto de los antiguos”, “dagas arrojadizas simétricas” y un anillo llamado “Suerte de Yondalla”.


Isilion contó todo al Rey Almare, y éste decidió que su hija Mialee llevase a los chicos a Longoria; la principal ciudad de Shakával, la ciudad de los hombres. Allí, el consejo sabría donde llevar la piedra y decidiría el destino de ésta y de los chicos.
El Rey Almare también ordenó a Isilion que acompañara y protegiera a los chicos, hasta que llegasen a Longoria. Era razonable, porque había sido él quien los había traído a Silvanya.

Antes que todos partieran, Almare había enviado una paloma blanca mensajera, para avisar al consejo, y que tuvieran todo listo para cuando llegasen los chicos.



Después, el Rey Almare se despidió de su hija, en idioma élfico:
 -Mára mesta. (Buen viaje). Entula rato. (Vuelve pronto) -y su hija Miallee le respondio:
 -Hantalë. Frelyar merin sa harya. Lyë rato. (Gracias. Tus deseos, espero que recibas pronto).
 -Mique-li. Namárië!  (Muchos besos. ¡Adiós!)
 -Namárië!  (¡Adiós!)



Isilion volvió con los chicos, les presentó a Mialee, y les contó lo que tenían que hacer.
Ellos se alegraron porque una princesa elfa, tan apuesta y distinguida, se molestara en acompañarlos a la ciudad de Longoria: la ciudad de los hombres, que fue fundada por los descendientes de los primeros muchachos que vinieron del mismo mundo, que Kevin, Éric y Susan; y que reunieron las Dragonstones.

Montados en sus unicornios, los chicos y los dos elfos dejaron Silvanya.

El unicornio de la princesa era marrón, como el unicornio pequeño. Se parecían, porque el de Mialee era el padre del pequeño.

En poco tiempo, llegaron al límite del bosque iluminado; ante sí, tenían campos con verdes prados. Éric, entonces, animó a su unicornio a cabalgar. Luego, dijo a los demás:
 -¡A que no me seguís!
 -¡Eso crees tú! -expresó Kevin.
 -¡Esperad, no sabéis el camino! -comentó Isilion.

Todos siguieron a Éric. Isilion y Mialee lograron alcanzarlo y aventajarlo. Seguidamente, dirigieron a todos.
Tras una larga carrera, llegaron de nuevo al río cristalino; pero por una zona más baja, cerca de Longoria.

Como oscurecía… decidieron parar allí, para descansar. Mañana, con tiempo, seguirían hasta llegar a Longoria.

Lo primero que hicieron fue dejar los unicornios cerca del río. Allí podrían descansar, comer y beber.
Mientras los chicos preparaban el fuego, Mialee dijo que se daría un baño antes de comer.
Isilion no quiso desaprovechar la ocasión, de modo que se escabulló cuando los chicos estaban distraidos, y con el sigilo de un elfo (nunca mejor dicho),  la siguió.

Mientras la princesa elfa, con delicadeza, se deshizo de sus ropas; el elfo, tras unos arbustos, la observaba… y se embelesaba con su hermosura.

Isilion y Mialee se amaban, pero aún no habían pertenecido el uno al otro. Por supuesto, no sólo era eso… sino, que ésta era la primera vez que el joven elfo la veía desnuda.

La princesa se metió lentamente en el agua, nadó un rato, y después salió del río.

Isilion, cuando la vio abandonar el agua, se quedó maravillado. Los cabellos de su melena negra azabache, caían empapados sobre su pecho… al igual que las gotas de agua que se deslizaban por su piel, acariciándola... sobre las cual se reflejaba la luz de las estrellas, produciendo una imagen de ensueño.


Isilion no pudo resistir más, y salió de detrás del arbusto. Ella lo esperaba, pues fue a nadar al río con la intención de que él la siguiera. Porque no sabía si iba a tener otra ocasión como ésta, junto a su amado, fuera de Silvanya.


 Enseguida la cogió, y con pasión, la atrajo hacia su pecho...

… la arropó con sus brazos, y luego, con sus dedos, cariñosamente, coqueteó con sus humedecidos cabellos. Seguidamente, bajó su mano progresiva y suavemente, por su agraciada espalda; mientras ella abandonaba su cabeza sobre su hombro.


Cuando dejó de acariciarla, se miraron a los ojos. Entonces, ella le dijo en élfico, que lo amaba con toda su alma; pero… que no quería entregarse a él, sin que su padre lo aceptara como yerno; pues lo quería y respetaba mucho. Además, prometió a su madre, cuando esta murió, no disgustarlo nunca.
Isilion le dijo que aquello cambiaría… que conseguiría que el Rey Almare lo aceptara, y que aprobase una boda entre ambos.
Tras esta declaración de amor, los dos se secaron y ella se vistió. Luego, volvieron junto al fuego, y entonces los chicos comprendieron muchas cosas.

Cenaron sin pronunciar prácticamente palabra… todos estaban un poco cohibidos. La única conversación que tuvieron fue la del tema de las guardias. A pesar que Kevin y Éric se ofrecieron,  Isilion se negó, dijo que sería él; conocía aquel mundo, algo que ellos no, y tenía los sentidos mucho más desarrollados. Así que no hubo discusión. Sería él que haría la guardia durante la noche.

Al mismo tiempo que vigilaba, observaba a Mialee, mientras dormía. Y pensaba… que si conseguía ayudar a los muchachos a encontrar las Dragonstones, el Rey Almare no vería mal la unión con su hija.


A la mañana siguiente, recogieron todo y se dirigieron a Longoria; que estaba a una hora, al otro lado del río.