viernes, 10 de abril de 2015

Capítulo 43 de Dragonstones 1







MOMENTOS TRASCENDENTES


  Tras varias semanas esperando, las armas que mandaron hacer a los enanos zenorianos, por fin estaban en Longoria. Llegaron en una caravana de carros escoltada por los enanos.
Al final, a pesar que no dispondrían de caballos, habría armas para todo el ejército.
El Rey pagó el precio estipulado anteriormente por los enanos, y éstos volvieron a su reino.
El ejército siguió unos días instruyéndose con las nuevas armas hasta que Silvan decidió que había llegado el momento.
Sabía que Lana aún no había partido de la ciudad, pasó la noche anterior con ella. Pero ahora, había llegado el momento de reunir su ejército para ir a la batalla.

Tardaron bastante tiempo en organizar un ejército de quince mil hombres. Tuvieron que formar patrullas, compuestas por los soldados de cada uno de los reinos. Por lo tanto, cada patrulla estaba constituida por un número diferente de soldados. Al final, las patrullas formaban una tras otra, el grueso del ejército.
Al frente, estaba la patrulla del reino de Longoria, y tras ella, el orden de las patrullas estaba establecido de mayor número de soldados a menor.
Como no iban a llevar caballos y el viaje se prometía largo y complicado, prefirieron no llevar máquinas de guerra.

Una vez organizados, el ejército por fin marchó hacia Draconia. Lo que les esperaba allí, no lo sabían, pero Silvan estaba seguro que sería una batalla diferente a las anteriores.

Junto al general, marchaba el Rey Mónckhar. Eran los únicos que iban a caballo. Ambos estudiaban el recorrido hasta Draconia. El paso más cercano era El Paso de Hielo… Tendrían que pasar por él… luego bordearían el bosque de draconia hacia el norte, hasta llegar a Draconia.

El marcha del ejército era lenta, Silvan pensó que les llevaría por lo menos una semana llegar a su objetivo.
Tardaron dos días en llegar al Paso de Hielo, y tres en atravesarlo. Algunos… perecieron en el intento.
Cuando llegaron al bosque de draconia, decidieron acampar.




A Lana le llevó bastantes días limpiar y ordenar la biblioteca de su maestro. Pero durante aquellos días aprovechó para leer todo los libros de ilusionismo que le dio tiempo. No tuvo lugar de aprender hechizos, pero asimiló información importante que le sería útil a la hora de mejorar su ilusionismo con su nueva maestra.
Había llegado la hora… así, que se pasó por sus cosas y su caballo, y poco después estaba de camino hacia el bosque de half.
Tardó sólo unas horas, en adentrarse en el bosque. Recordaba aquel bosque con cariño. Allí tuvo su primer acercamiento con Silvan. Recordaba que se torció el tobillo, y que él le ayudó; y que luego regresaron con sus compañeros, juntos… en el caballo de Silvan.

Lana llevaba ya bastante tiempo avanzando entre los árboles, cuando en lo más profundo del bosque se encontró un pequeño claro entre tanta arboleda, y justo al fondo de él había una hermosa casa de madera. Supuso enseguida que allí vivía Edna, su nueva maestra, porque en aquel claro no había ni un solo árbol talado. Lo que quería decir, que los árboles habían desaparecido gracias a la magia.
Se acercó hasta la casa muy nerviosa, pues nunca antes había tenido otro maestro distinto a Eléndil, y bajó de su caballo… entonces, vio una gata dormida sobre una mecedora también de madera, justo al lado de la entrada. Decidió llamar sin hacer mucho ruido, para no despertar a la gata. Para su sorpresa, al golpear la puerta, notó que ya estaba abierta. A su pesar, la gata se despertó y la miró fijamente. Lana decidió ignorarla.
 -Hola, ¿hay alguien aquí? -preguntó. Al ver que nadie contestaba, decidió adentrarse en la casa. La gata la siguió.
Era acogedora, una casa pequeña, pero en la que no le importaría vivir.
Pronto encontró una sala llena de libros de magia, y entonces estuvo segura. Era la casa de Edna. De repente, alguien tras su espalda habló:
 -¿Has encontrado lo que buscabas?
Lana se volvió rápidamente, y no encontró a nadie… pero luego se dio cuentas que no era así. Si había alguien. Abajo en el suelo, junto a sus pies, se encontraba la gata que no se había separado de ella desde que llegó.
 -¡Pero que ingenua he sido! ¡Eres tú!
Entonces la gata pronunció un hechizo, y al instante, desapareció, y en lugar de ella, ante Lana apareció la mujer más bella que hasta entonces había visto. De rasgos delicados, labios carnosos, hermosos ojos negros como la noche, y tan oscuros como su larga melena, era una mujer voluptuosa, de muchas curvas, y muy femenina. Vestía una inmaculada túnica blanca.
 -Hola, soy Edna. Tú debes ser la discípula de Eléndil.
 -Hola, soy Lana. Y sí, soy su pupila.
 -Como ya has visto la casa, y estarás cansada y con hambre... mejor toma asiento… Te prepararé algo calentito y conversaremos un poco.
Segundos después, Lana terminaba su último bollo, y hablaba con Edna.
 -Lo de antes, era una ilusión, ¿verdad?
 -Claro. Se te ocurre un modo mejor de vigilar mi casa. Nadie sospecharía de una gata dormida-. Edna le hizo un guiño a Lana.
 -Nunca se me habría ocurrido.
 -No es la única ilusión. ¿Crees en realidad que soy tan joven y bella? Lo que ves ante tus ojos sólo es una ilusión. Y pronto comprobarás que no es la única.

Al día siguiente, comenzó su aprendizaje junto a Edna. Para Lana fue un día fascinante. Aunque Edna era exigente, su antiguo maestro también lo era, y los años junto a él le habían dado disciplina y perseverancia. Sabía que con paciencia, lograría lo que se propusiera.
Pasaron los días, y cada nuevo hechizo aprendido era un motivo de satisfacción para Lana. Edna le decía que era muy buena alumna, y ella le respondía que tenía una buena maestra.
Algunos hechizos requerían mucha concentración, algo que a veces a Lana le costaba trabajo, pues sus pensamientos se evadían, pensando en su amor Silvan, en su maestro Eléndil, o en los problemas a los que se enfrentaba su reino.
Con todo, aprendía nuevas ilusiones con facilidad. Si seguía así, avanzaría muy deprisa.



Eléndil se adentró en el bosque de ignion con su caballo. El bosque era mucho más denso que el bosque iluminado; los árboles eran distintos, de un verde más oscuro, semejantes a los del bosque de half, y mucho más bajos que los del bosque de draconia. No había muchos animales en él, pero sí bastantes aves. Tan sólo unos minutos después, al sur del bosque, se encontró una maravilla de la naturaleza, un animal mágico, del cual se contaban leyendas fascinantes, y  el cual, según decían, sólo habitaba en aquel bosque, cerca de la montañas del reino enano de Zenoria.
Eléndil, sin hacer ruido, desmontó de su caballo y se escondió tras unos arbustos para observarlo; era un unicornio alado, una criatura nacida de la unión entre un unicornio y un pegaso. La razón por la cual sólo habitaban en aquel bosque, era porque los únicos pegasos que no vivían en la isla de Loft… vivían en aquel bosque, muy cerca de Draconia. Algunas veces, frecuentaban el valle de los unicornios… y del fruto de esos escarceos, nacían los unicornios alados.
Eléndil se recreó en el animal, que estaba comiendo unos brotes que nacían en el suelo. Decidió no molestarlo más, con que subió a su caballo, y comenzó a retirarse sin el menor ruido, pero entonces… el terror se dibujo en su rostro, vio que una sierpe escamosa acechaba al hermoso unicornio alado, para comérselo.
Las sierpes escamosas eran incluso más largas que las sierpes dragón, que medían unos cincuenta metros. Las sierpes escamosas medían unos setenta y cinco metros… y tenían la cabeza igual que la de un dragón; por lo demás, eran igual que una serpiente de color verde, pero gigantescas.
Unos instantes antes que la sierpe escamosa se lanzara sobre su presa, el instinto del unicornio alado, le alertó del peligro.
Tuvo el tiempo justo para crear con la magia de su unicornio, un aura mágica que lo protegiese del ataque de la sierpe.
Eléndil se alegró de la suerte del unicornio, pero sabía que tendría que intervenir si quería salvarlo, pues pronto se debilitaría y el aura que lo protegía, desaparecería.
No perdió ni un segundo. Utilizó su Bastón mágico de Éarchrill para canalizar su magia y lanzar la luz cegadora de Amshu, un hechizo de una enorme dificultad perteneciente al Saber de la Luz, la magia que utilizaban los hechiceros llamados hierofantes. La sierpe escamosa quedó momentáneamente cegada, y con sus facultades algo mermadas.
Eléndil instó al unicornio alado a que huyese. El animal no lo entendió, pero igualmente decidió huir.
El hechicero aprovechó para huir también, mientras la sierpe, furiosa por la ceguera, se recuperaba.
El hechizo no duró mucho, y la sierpe se irguió y vio al mago huir en su caballo hacia el interior del bosque. Si los cogía estaría alimentada por el resto del día.
Los siguió, y pronto los tuvo al alcance. Eléndil, al ver que no tenía escapatoria… desde su caballo se arriesgó y lanzó un hechizo de magia de batalla de nivel cuatro; el de paralizar.
El hechizo surtió efecto, y Eléndil siguió su huida.
Para cuando el hechizo perdió efecto, el mago había logrado una gran ventaja, pero aún así, la sierpe no se daba por vencida.
Minutos después, lo tenía al alcance… pero entonces aparecieron frente a Eléndil, en dirección contraria a la que él llevaba, un grupo de centauros a galope…
…Se dirigían hacia la sierpe escamosa, armados con arcos listos para disparar sus flechas.

La sierpe se vio sorprendida por el inesperado ataque.

Los centauros estaban acostumbrados a lidiar con la sierpe. Por ello, sus flechas capaces de penetrar la dura piel del monstruo, estaban impregnadas de una droga que la dejó adormecida.
 -Gracias, por vuestra ayuda -acertó a decir el mago, incrédulo ante la facilidad con que la sierpe se quedó dormida.
 -Ahórrate los cumplidos, hechicero. Sólo defendimos nuestro territorio -dijo, el que parecía el cabecilla del grupo de centauros.
 -Esa droga, o lo que sea que lleven vuestras flechas, debe ser realmente buena.
 -Lo es. Y gracias a ella, podemos defendernos de esa criatura.
 -¿Durante cuánto tiempo estará dormida?
 -Probablemente, durante dos horas.

El hechicero les contó a los centauros… criaturas mitad humanas, mitad animal.; de la cintura hacia arriba, tenían el cuerpo humano pero las orejas de ciervo, y de la cintura hacia abajo, su cuerpo era totalmente el de un caballo… que se dirigía hacia una torre en el interior del bosque habitada por un mago llamado Bermelión.
El líder de los centauros, le dijo que sabía donde se encontraba esa torre, y que lo llevarían hasta ella.

Siguieron avanzando por el bosque, hasta que llegaron al pantano de ignion, que se encontraba en la unión entre los ríos ígn y yaiv, justo en el centro del bosque. Tuvieron que rodear el pantano y cruzar el río ign para llegar a la zona del bosque donde se encontraba la torre.
Enseguida la vieron… Se hallaba junto a los árboles, a unos veinte metros de la orilla este del pantano.
-A partir de aquí, deberás seguir sólo. No nos gusta mucho ese mago, y nosotros a él tampoco… así, que lo mejor será, que volvamos a nuestro territorio.

Una vez que Eléndil se quedó sólo con su caballo, se fijó en la torre; no era demasiado elevada, pero desprendía un halo de magia misterioso. Estaba construida con bloques de piedra gris, sin esquinas, con forma cilíndrica. Sin embargo, terminaba en un tejado coniforme de teja roja. A lo largo de toda ella, se distinguían varias ventanas, y una enorme puerta de algún tipo de metal, servía de entrada.  Un muro de algo más de un metro de altura, construido con el mismo tipo de piedra gris, rodeaba la torre. No obstante, no se encontraba en el centro del círculo, sino al fondo, junto a la muralla, y alrededor de ésta los arboles. Sólo no los había en la parte que daba al lago… que quedaba a unos diez metros de la orilla.


Eléndil se acercó hasta una vieja verja situada en la parte del muro que miraba al lago.
Intentó abrirla, pero como supuso, para hacerlo habría que recurrir a la magia.


El hechizo utilizado era uno de magia vulgar, la cerradura mágica. El único modo de abrir la puerta sin utilizar la magia, era romper la cerradura. Eléndil no quería hacerlo, pero con magia sólo podía abrirla, aquel que había lanzado el hechizo, así que decidió utilizar otro hechizo… uno del nivel tres de magia de batalla, el puente mágico. Eléndil ató su caballo a un árbol y luego cruzó el puente mágico que había creado. Poco después, se encontraba frente a la puerta de la torre.


Justo cuando se disponía a abrir la puerta, tras ella apareció un hombre con un negro y rizado cabello, peinado hacia atrás, de grandes patillas y acentuada perilla, y unos ojos de un color azul muy intenso. Vestía un gabán de colores negro y rojo, unos guantes, unas botas altas sobre unos pantalones negros; sobre su cinturón colgaba una espada de hoja curvada, y sobre su cuello, un medallón de plata en una cadena. Con todo, lo más significativo no era su ropa, sino un símbolo tatuado sobre su frente.
-Bienvenido a la torre. ¿Qué desea?
-¿Se encuentra en este momento, Bermelión en la torre? Me gustaría hablar con él.
-Sí. ¿Cuál es su nombre?
-Dígale que lo visita Soliman. Un viejo conocido.

Momentos después, los dos magos se encontraban frente a frente, en la parte alta de la torre.

-¿Cómo estás Soliman? Recuerdo el tiempo cuando todos te conocían por ese nombre. Lo pasamos muy bien, en nuestra juventud, ¿verdad? Entonces ambos estudiábamos en La Gran Universidad de La Hechicería.
 -Si. Eran otros tiempos -se limitó a decir Eléndil.
 -¿A qué se debe tu visita? No creo que sólo vinieses a ver a un viejo amigo… no sueles malgastar tu tiempo -Bermelión, retiró la capucha de su túnica gris, de su rostro, y agarró con más firmeza su Bastón mágico de Altirach.
 -Necesitamos tu ayuda. Estamos en guerra con Ízmer. Hemos vencido en las dos ultimas batallas, pero en la próxima, la balanza se inclina a favor de él.
 -Qué raro que pidas mi ayuda, cuando siempre me has criticado. Por cierto… creo que bajo tu tutela está una aprendiz aventajada, perteneciente a mi orden, ¿no es así? Quizá… si la dejaras venir unos meses a mi torre, puede que cambiase de opinión, y os ofreciese mi ayuda.
 -Eso no pasará nunca. Creí que durante este tiempo podrías haber cambiado; pero veo que no es así. De modo, que mejor me marcho.
 -Espera un momento… te ayudaré, en cierto modo, dejaré que Jorel, el fiel servidor que te recibió en la puerta, te acompañe y os ayude en cuanto pueda. No quedarás defraudado.
 -Veniendo de ti, es más de lo que puedo esperar. Así, que gracias. Espero que la próxima vez que no volvamos a encontrar, nuestra conversación, sea más agradable.
 -Yo también lo espero.


Poco después, Eléndil y Jorel se adentraban en sus caballos en el bosque dirección a las montañas. Detrás de ellas, se encontraba Draconia. Aunque estaban muy cerca, tardarían en atravesarlas; pues no existía ningún paso entre ellas.

9 comentarios:

  1. ¡Las armas ya llegaron! ¡Es hora de derramar sangre para el Dios de la Sangre! Je, je, je.

    Lana finalmente está aprendiendo con Edna, aunque sus sentimientos a veces le juegan una mala pasada. Debe tener en cuenta la primera frase del Código Jedi: "no hay emoción, sólo hay paz". Jue, je, je.

    Eléndil llegó a la torre donde está el líder de las túnicas blancas, Bermelión. Y tuvo suerte de encontrarse con los centuaros. Y creía que cuando aparecieran tendría más problemas, je, je. Esas criaturas suelen tener un mal temperamento. Je, je, je.

    Veo que has publicado dos capítulos, ¡así voy al siguiente! Je, je, je. ¡Saludos!

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    1. Sí, ya llegaron las armas. Ya sólo queda combatir.
      No conocía esa frase. A pesar de haber visto las seis pelis. Que mal fan soy.
      El líder de los túnicas blancas es Eléndil, Bermelión es el de los túnicas grises.
      Como tú, me paso al siguiente.
      Saludos.

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  2. ¡Aaaaaahhhhh! ¡Qué error feo de mi parte! ¡Eso me pasa por no releer! ¡Perdón! T-T T-T T-T

    Con respecto al Código Jedi, no recuerdo si en alguna "edición extendida" lo mencionan, pero aparece más en los videojuegos, los libros y los cómics que en las películas. Además creo que son cuatro o cinco frases. Sólo recuerdo esa y la última: "No hay muerte, sólo la Fuerza".

    ¿Tú te crees que eres mal fan? Yo no recuerdo el Código Sith y eso que yo tiro para ese lado de la Fuerza, jue, je, je. (Aparte, actualmente un Sith está dominando la galaxia y suprimió la "Regla de Dos", la cual establecía dos señores de los Sith al poder, el Maestro y el Aprendiz. "Sólo debe haber dos en el poder, uno para poseerlo y el otro para ambicionarlo") Je, je, je. ¡Saludos!

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  3. Odio a las sierpes, porque odio a las serpientes. Como llegara a encontrarme una cosa de esas por el bosque de verdad que me daba un jamacuco... ¡setenta y cinco metros! ¿¡pero qué locura es esa!?
    Voy cogiéndole el ritmo a esto... voy poniéndome al día ^^
    Saludos.

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    1. Jajaja.
      Impresionante y asquerosa, verdad.
      Sí, a mi también me lo daría, y con razón.
      Ya lo veo.
      Saludos.

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  4. Uoh! Éste capítulo sí que estuvo bien. En primer lugar me ha gustado mucho la parte en la que Elendil salva al unicornio alado. ¡Qué suerte que se le hubiera encontrado! Pero la sierpe, ¡qué pesada! ¡No le ha dejado en paz! Por suerte, han aparecido los centauros. ¡Chúpate esa, sierpe del demonio! jejeje

    Así que, por fin ha encontrado al líder de los túnicas grises, ¿no? Oye, sí que se llevan mal. ¿Y todo viene por Lana? Pues vaya rencoroso... Aunque al final le ha cedido a uno de los suyos, veremos si es tan útil cómo dice.

    Bueno, José, pues otro día más :) O quizá esta noche, no sé, jejeje Depende de cómo me de la vena ^^
    ¡Besos!

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    1. Me alegra. Todos los capítulos no pueden tener la misma emoción, algunos aunque parezcan de relleno, son necesarios para comprender la historia en su totalidad.
      Jeje. La parte del bosque, con sus criaturas estuvo muy bien, ¿verdad?
      Me llama la atención que ninguno de vosotros mencionase la parte de Lana, fue la que más disfruté escribiendo.
      Bermelión... Si se llevan, al mismo tiempo bien y mal, pero el motivo no es Lana, cosas de cuando eran aprendices.
      Su ayudante será relevante en el segundo libro.
      Como desees.
      Un besazo.

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    2. Anda! Es verdad! No sé por qué se me pasó... jeje
      Esa parte estuvo también muy bien, sobre todo cuando llega y ve a la gata. Que mira por donde era la ilusionista, jeje. Y cuando lei que era tan hermosa me quedé en plan... ¡¡¿Quéé?!! ¡Si en teoría es como Elendil! No entiendo nada... jeje Claro, como que era una ilusión más XD

      Ahora no me da tiempo leer otro cap pero luego sí que me pasaré. Hoy tengo intención de ponerme al día sí o sí (me arremango las mangas con energía) así que, prepárate para aluvión de comentarios, jejeje
      Besooos

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    3. Edna no es tan vieja como Eléndil, es una cuarentona más cerca de los cincuenta que de los cuarenta. Y aunque no es tan hermosa, su apariencia real no está mal.
      Jeje. Que sorpresa.
      Pues los tendré que responder algo tarde, porque hoy he acabado la cubierta, lomo y contracubierta de Gyadomea y si me da tiempo, quizás haga el proceso de Amazon para publicarlo, por lo menos el de papel.
      Gracias.
      Besos.

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